Drogas, marginalidad y clase: rehabilitación como proyecto colectivo en Linares

Drogas, marginalidad y clase: rehabilitación como proyecto colectivo en Linares
Sebastián Ramirez Pascal, trabajador social

"La drogadicción en los barrios populares de Linares no es un accidente ni una simple “decisión individual”. Es una expresión concreta de la desigualdad estructural que reproduce el capitalismo en su fase neoliberal. En sectores donde el trabajo es precario o inexistente, donde el Estado se retira y el mercado manda, la droga se convierte en refugio, economía de subsistencia y, al mismo tiempo, en un dispositivo de control social", plantea el trabajador social Sebastián Ramírez Pascal


Por Sebastián Ramírez Pascal ( Trabajador Social- Diplomado en "Abordaje integral para personas con consumo problemático de alcohol y drogas")

          La drogadicción en los barrios populares de Linares no es un accidente ni una simple “decisión individual”. Es una expresión concreta de la desigualdad estructural que reproduce el capitalismo en su fase neoliberal. En sectores donde el trabajo es precario o inexistente, donde el Estado se retira y el mercado manda, la droga se convierte en refugio, economía de subsistencia y, al mismo tiempo, en un dispositivo de control social.

Desde una perspectiva marxista, esto no es casual. El sistema expulsa de la producción a miles de jóvenes que ya no necesita como fuerza de trabajo, relegándolos a la marginalidad. En ese contexto, el consumo de drogas no es una anomalía, sino una consecuencia lógica de la alienación. Y el narco no es un fenómeno externo, sino parte funcional de un orden que necesita cuerpos desechables para sostener su acumulación.

Como planteó  Gramsci, la dominación no se impone solo por la fuerza, sino también por el consenso. A eso llamó “hegemonía”: una forma en que las ideas dominantes se naturalizan en la vida cotidiana. En nuestras poblaciones, la idea de que “esto es lo que hay”, de que “no se puede hacer nada”, es parte de esa hegemonía. La droga ayuda a sostener esa resignación, ese quiebre de la voluntad colectiva. Frente a ello, Gramsci propone la “guerra de posiciones”: construir desde abajo una contrahegemonía, organizada en los territorios, capaz de disputar el sentido común y devolver a los sectores populares su protagonismo histórico.

En Linares, eso implica repensar la rehabilitación y la seguridad no desde la lógica punitiva, sino desde la organización social. Proponemos una estrategia municipal integral con base en cinco ejes:

1. Centros de rehabilitación comunitaria, emplazados en los propios barrios, con gestión participativa de vecinas, vecinos, ex usuarios y equipos técnicos. No se trata solo de tratar el consumo, sino de reconstruir redes, vínculos y comunidad.

2. Cooperativas de trabajo y escuelas populares de oficios, impulsadas desde el municipio en alianza con sindicatos, movimientos sociales y universidades. La reinserción no puede depender del mercado, sino del desarrollo de una economía solidaria y planificada desde las necesidades locales.

3. Alianza estratégica con el Centro de formación técnica Profesional del Maule, Ubicado en Linares, esto con el objetivo, primero de instalar la Carrera de técnico en rehabilitación de Drogas, y posteriormente como proceso de formación a jóvenes que cumpliendo con su proceso de rehabilitación, y estando en etapa de comenzar su reinserción, adquieran las herramientas técnicas y profesionales para desenvolverse en la sociedad.

4. Espacios culturales y deportivos permanentes, financiados por el presupuesto municipal, con dirección barrial. Las plazas, multicanchas y centros culturales deben dejar de ser “extras” y pasar a ser parte estructural de la política pública.

5. Consejos territoriales de salud mental y adicciones, que definan prioridades, evalúen programas y exijan al Estado central respuestas concretas. Las políticas deben construirse con participación, no desde oficinas en Santiago.

El municipio, en manos adecuadas, con expresión popular de  organización , puede ser un instrumento clave en esta batalla. No hablamos de caridad, ni de clientelismo: hablamos de poder territorial. Las llamadas “alcaldías populares” en otras comunas del país han demostrado que es posible disputar el Estado desde lo local, y ponerlo al servicio de los sectores históricamente marginados.

La lucha contra la droga no se gana con más policías ni con discursos moralistas. Se gana con organización, con justicia social, con poder popular. Como diría Gramsci, en tiempos de crisis lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. 

La rehabilitación en Linares no debe ser solo un programa de salud. Debe ser un proyecto político, un acto de clase, una estrategia colectiva para recuperar lo que el sistema nos ha querido arrebatar: la esperanza.